Tuesday, January 24, 2006

Para prolongar el tema expuesto por Matías en Cadáver Exquisito:
Las palomas caminan, gorgotean, comen lo que la gente les arroja o se les cae. Cabe decir que estas palomas son palomas de ciudad. Olvidémonos de Pablo Picasso y del verde lirio en el pico, estamos hablando de Palomas Montevideanas (sí, “P” y “M”, Bloq Mayús), nada de alpiste y granos de maíz, ni siquiera pancitos arrojados por viejos. Estamos hablando de hienas de basurales que se ríen, pero entre silencios y murmullos, teñidas por la gloriosa tinta del hollín de 18, aquellas aves que no dudan en picotear una cáscara de banana, una colilla de cigarro o el ojo de un vagabundo muerto, estamos hablando de esas palomas, las ratas con alas. Sería interesante ver a niños en una placita dándole pancito a las ratas. Todas se arrimarían y treparían en los zapatos y piernas de los niños emitiendo sus chillidos, se meterían dentro de su pantalón o se pararían en dos patas y algunos niños las atraparían entre sus manos mostrándoselas a sus complacidos padres. Enternecedor. Dejando de lado el heredado miedo de la peste negra, creo que aquello nunca sucede por esa idealización que tiene la gente del cielo. A Lucifer lo bajaron de un hondazo y él terminó amando la tierra. Ya desde ahí empezamos a odiar lo que tenemos entre nuestros pies y a laurear lo inalcanzable, lo que está por encima de nuestras cabezas. Hemos subestimado a las ratas.

1 comment:

Pez Rabioso said...

Brillante