Friday, June 30, 2006



Oda a Tarkovski
Y nos dimos cuenta de que realmente no importaba. No importaba si algún día llegábamos a la zona de Stalker, o a aquellos baños italianos que el Tarkovski desterrado creaba, como un Dios es supuesto de crear montañas, cuevas y océanos. No impotaba. No importaba siquiera la resignación amarga de creer que aquellos paraísos no eran tan naturales como se los veía, saber que serían desmontados de toda su irrealidad en el mismo momento en que culminara la filmación. No importaba. Todo lo que había, todo era aquello detrás de la pantalla, inmortalizado a cuantos REWIND aguantara el pulgar y el control remoto de uno; REWIND, el rumor del agua, REWIND, la lluvia que cae de un techo lejano, incorpóreo, REWIND, el repiquetear de las gotas en las botellas vacías. No importaba cuantos ovejeros alemanes lloraran la muerte de su amo autoinmolado por el fuego, no importaba el hecho de que nunca llegaríamos a la zona, sólo REWIND, la lluvia, el agua, la sangre del mundo, REWIND, el tiempo esculpido como las rocas por las olas, REWIND, y la nostalgia se vuelve anhelo, el dolor se hace sacrificio y la soledad se convierte en hogar.