Tuesday, June 05, 2007

Necrófilos (extraído de revista Dodo, para conseguirla contactarse en http://dodorevista.blogspot.com)
Necrofilia: orientación sexual por una atracción libidinal hacia los cadáveres. La palabra proviene del griego νεκρός (nekros “cadáver” o “muerto”) y φιλία (filia; “amor”).
Estoy escribiendo esto mientras escucho Exit Music (for a film), una pequeña obra maestra montada en un escenario vacío y sombrío, con la voz de Thom Yorke como verdadero Virgilio en un infierno muy distinto al que conocemos. Es una sensación abrumadora y a la vez hermosa, tan abrumadora y hermosa como la escena del teatro El Silencio en Mullholland Drive… “no hay música”... Se termina Exit Music… “we hope/that you choke/that you choke”… me saco los audífonos y distante desde el escritorio escucho las guitarras introductorias de Let Down, como quien escucha aquellas cumbias lejanas vomitadas de automóviles tuneados, que surcan la rambla a noventa por hora. A sólo una cuestión de clicks, con machete en mano por la maleza de carpetas que ahogan mi pc, llego a destino. Doble click. Se abre la ventana del Winamp, emergen unas guitarras edulcoradas, con aquella cejilla sorda que tanto caracteriza al reggae y el ska. La voz de un hombre, definitivamente moreno comienza a cantar: “wake from your dreams/the drying of your tears/today we escape/we escape”. El teatro húmedo y frío en el que estaba, de un momento a otro es demolido, para ser suplantado por un parador tropical, en donde las palabras antes tortuosas de Thom Yorke se descomponen como la carne al calor. A cambio de la oscuridad, de aquel sintetizador tan saturado y misterioso, se nos ofrece la brisa, el golpeteo de las olas, la arena en los pies… en pocas palabras…música para fumetear o beber un daikiri. Estoy hablando del disco “Radiodread” del grupo Easy Star-All Stars, un grupo que se dedica a “tunear” (en todo el sentido merza del término), temas a un sonido reggae más digerible y relajado.
A la par de este fenómeno, los discos Bossa´n Stones, Bossa´n beatles, Bossa ´n jazz, Bossa´n Pepe Guerra, inundan las disquerías, con gente dispuesta a gastar su último céntimo para tenerlos, dígase dueños de restaurantes para yuppies, amas de casa fanáticas del feng sui, estudiantes estresadas y hombres de negocios sin la suficiente cantidad de plata para pagarse unas vacaciones a Jamaica. La historia llega al colmo, y los vientos australes traen el año pasado como un camalote a este colectivo, dispuesto a llenar cuantos Gran Rex sean necesarios para chillear –entiéndase “tranquilizar”- al pueblo bonaerense con sus dulces melodías (claro, a un precio aún sin estpular en ticketmaster). Luego me entero de que también habían andado por acá, por lo que quiero creer que la visita no tuvo mucha repercusión. Al mismo tiempo, las canciones más escuchadas (y como canciones más escuchadas, más insoportables) del verano boreal no son otras que afanes, o en su eufemismo, mash ups de canciones viejas y ochentosas como es el caso de Hips don´t lie, de Shakira, o el 80 por ciento de los hits de los Black Eyed Peas. Se sabe bien que el hip hop es un conocido funebrero en el terreno musical, exhumando miembros y esqueletos de antiguas canciones, para construir sus propios golems, autómatas que tienen un efecto más o menos positivo o renovador, dependiendo del artista. Claramente, sería difícil concebir al hip hop sin aquella línea de bajo de Chic, que forjó como acero hirviente a la cadencia del género desde sus comienzos. Pero estamos hablando de otra cosa, algo mucho más perverso que el “Come with me” de un boludo que puede aparecer desde en Imagine hasta en Kashmir. Antes, el cover o el mash up era una reinvención de lo viejo, un monumento, como le gustaría llamar a los psicólogos sociales de línea foucaltiana o eiriana (si es que hay una línea que pueda llamarse así). Nos podía resultar ingenioso hasta cómo los Ramones destruían un tema tan emblemático como What a wonderful world. Podía ser herejía, resultar completamente fallido, pero no dejaba de ser algo personal, o al menos se derrumbaba en aquel intento. Sin embargo, hoy en día abunda otro tipo de música, entre los cuales podemos destacar “The Dub Side of the Moon”, “The grey album” (mezcla de los Beatles y Jay Z), incluso en las versiones cada vez más ladris de Hey Jude, cantada en mega espectáculos benéficos –entiéndase demagogos- como el Live 8. En una sociedad donde el valor de cambio y el capital simbólico es lo imperante, ya la música ha dejado de ser un fin en sí mismo, para convertirse en un medio, un medio para quedarse tranqui, para fumarse un porrito, para andar con el auto a cien, para poner un bar, para quedarse chilled, para levantar minas, para hacer pilates. Parecería como una infección maligna de la New Age subiéndonos desde los pies hasta el cuello. Uno va a la disquería como quien va a un supermercado o una farmacia para comprarse un relajante muscular, un exfoliante o una crema antihemorroidal. Los músicos no importan realmente, sino más bien el producto, “sí, esta canción de estos pibes, rolling no se que, está todo bien, pero esta medio densa, no me gusta como grita el pibe ese, mejor le ponemos la voz de una mina y marimbas para poder escucharla en la oficina”. Sin esta lógica de sentido sería inconcebible la existencia de grupos como Enya, Era o Secret Garden.
Uno realmente pensaría si es una nueva lógica de sentido o si realmente la inspiración no es una fuente que cada vez tiene menos contenido nuevo para sacar. Pasa en el ámbito local, donde los grupos que se autoproclaman mod apenas se limitan a sacar elementos superficiales de músicos como Velvet Underground, o en el peor de los casos, terminan por convertirse imitadores de los imitadores de este tipo de grupos. Y por otro lado, en el sector agitador y tribunero tenemos a Brancchiari en ese experimento maligno de la demagogia que es cantar el himno nacional (al pie de la letra) en el Pilsen Rock.
Más allá de la música incluso, en el cine no se ven más que lamentables refritos de series como el paradigmático caso de la triste Dukes of hazzard, secuelas como Los Angeles de Charlie 2 (penoso, muy penoso), formulas infalibles de best sellers como lo fue El código Da vinci, comics adaptados a películas (la única que se salva es Sin City de Robert Rodríguez), y hasta series argentinas como Matrimonio con hijos, suplantando al legendario rasca-huevos que fue nuestro querido Al Bondy por un idiota y quejoso personaje interpretado por Guillermo Francella. Como última y aborrecible perversión de nuestra actualidad, en las librerías se venden nuevos libros de bolsillo que son adaptaciones a escrito de películas de alta taquilla. Algo sin precedentes hasta entonces, cuando el orden solía ser inverso.
Por otra parte, al mismo tiempo, los discursos de la izquierda y la derecha cada vez se parecen más entre sí, cada vez se vuelven más totemistas. Los movimientos revolucionarios uruguayos se quedan con las figuritas viejas de un Marxismo para un mundo muy distinto al de aquella Inglaterra (ni siquiera Rusia) industrial en la cual se inspiró el referente. Hay gente de veinte años que se llega a forjar falsos recuerdos, llegando a creer que realmente vivió en períodos dictatoriales, cuando, durante aquellos años, en el mayor de los casos, estaba más pendiente de los Thunder Cats que de la militancia.
Como si yacieran regados por el terreno los cuerpos de antiguas ideas exitosas, sin consuelo profanamos los sepulcros y robamos los cadáveres, intentando arrancar un poco de placer de la última gota de vida que le queda a aquel fiambre, tal como el extasiado personaje de “Los Amantes Muertos” (H.P. Lovecraft). Y así se exulta nuestra tendencia necrófila irrefrenable, casi un fetiche por la carne podrida de nuestros más inspirados artistas y líderes del pasado, carne que no sólo la comemos o la ultrajamos, sino que nos sirven de misma indumentaria, para abrigarnos de este frío invierno creativo. En la morgue todavía nos quedan unos cuantos cuerpos desnudos para consolarnos por esta noche, pero sin heladeras ni la luz de nuevas ideas, es imposible saber cuánto van a durar para nosotros, antes de que todo apeste a carne podrida. Sólo queda intentar escuchar entre las marimbas, el graznido de las gaviotas y la brisa tropical, la voz de un Thom Yorke náufrago que todavía se escucha lejana, como intentando volver de altamar.

6 comments:

Anonymous said...

El fenómeno musical de los Bossa `n Stones es sin duda uno de los más nefastos en lo que va del nuevo milenio. Buen post, vamos a ver si compramos la revista.

Anonymous said...

Varias cosas, me costo seguir el hilo de la "nota-ensayo", pero al final me cerro. Igual, se coemntaron temas muy diversos, demasiados amplios, al querer abarcar todo, sin dudas, creo yo, nos quedamos en la nada.Igual interesante la nota
Bajo mi apoyo incondicional a Paul y sus hey jude.
Tambien a Guillermo F. el segundo humorista mas grande de la historia del mundo, desde luego el priemro fue el negro olmedo.

Por ultimo al leer necrofilia, no puedo olvidarme de un gran compañero al cual se lo acuso de ser necrozoofilico , si no recuero mal , con conejos en particular. Martin, queremos creer que no fue asi, esperemos que no sea asi.
Nosotros en cuerpo y alma siempre con vos, pero nuestros cadaveres, bien lejos

Diego Estin Geymonat said...

Yo era uno de esos que estaba pendiente de los Thunder Cats (nada de Felinos Cósmicos como años más tarde lo escuché traducir, un verdadero sacrilegio). Yo creo que gran parte de la decadencia actual de los más jóvenes, y la decadencia en ciernes de los más pequeñitos (una horda de nabos, la verdá), radica en la ausencia de dibujos animados como la gente, como esos que nosotros supimos disfrutar años ha: los Halcones Galácticos, los Transformers, He-Man, Bravestarr... y mejor no sigo porque me voy a poner melancólico.
Si por lo menos hoy en día tuviéramos a nuestra disposición algún restito, algún minúsculo despojo que al menos emulara aquellas glorias... pero no. Aparte de cadáveres, cadáveres mediocres.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Por ahí mi tendencia pánfila me lleva (es verdad) a descuidar la coherencia interna de los posts, es más, ahora leyéndolo de nuevo, me parece que la pequeña sección política dentro de este artículo que intentaba ser principalmente musical, tiene bastante de masturbación intelectual, pero qué se le va a ser, es parte de un estilo en el cual se trata de ir de lo general a una pluralidad centrífuga de ejemplos que intenten explicar lo mejor posible aquello que pienso (sin importar cuan rebuscados sean).

Corrijo: Martín era pedo-necro-zoofilista, o sea, no sólo disfrutaba con animales muertos, sino que guardaba restricta pasión por los cachorros en este estado. Siempre se había dicho de su particular predilección por las ardillas, pero en realidad la gama de animales variaba dependiendo de lo que se encontraba en la ruta.

Anonymous said...

No tengo nada en contra de la masturbacion agus, es mas dicen qeu previene el cancer de prostata, asi que vamos para adelante y para atras tambien!!!
Sobre la rectificacion con respecto a Martin, es verdad, algunas veces olvido datos fundamentales como esos, el tiempo pasa y uno se vuelve viejo y se olvida de cosas.
Saludos

Anonymous said...

Exit Music es un tema monumental, para mi, de los mejores deRadiohead.
Igual, me parece que te quedaste corto, te olvidás de las versionescumbieras de Hotel California, la version yanki de nueve reinas, hasta las varias versiones de bety la fea que pasan en la tele de la tarde