Escarbando en fotos (Hennings-Los Rodríguez-Lung Leg-Trudie-Fotologs)
“Apareció en el escenario del cabaret con cintas alrededor del cuello, la cara como cera. Con el pelo amarillo muy corto y un vestido de terciopelo escaso y oscuro y con sus rígidos volantes, era algo absolutamente distinto al resto de la humanidad... vieja y estragada... una mujer posee infinitos matices, caballeros, pero, desde luego, uno no ha de confundir lo erótico con la prostitucion... ¿Quién puede impedir que esta chica, que es la mismísima histeria... se hinche hasta construir una avalancha? Cubierta de maquillaje, hipnotizada con morfina, absenta, y la llama color sangre de su eléctrica versión de "Glorie", una violenta distorsión de lo gótico, su voz brinca sobre los cadáveres, se burla de ellos, trinando conmovedora como un canario flauta”
Ravien Siurlai, escribió este texto sobre una presentación en vivo de la performer, Emmy Hennings, la mujer que se ve en la foto de arriba. Greil Marcus, el escritor de Rastros de carmín, el libro que estoy citando, afirma que en la posteridad miles de periodistas tratarían de navegar en los mismos morfemas, desenterrando adjetivos de fosas comunes para llegar a una expresión tan cruda y verdadera del terror que puede generar una puesta en escena. Para alguien contemporáneo le puede resultar extraño el terror de Siurlai, después de todo, es sólo una mujer cantando, así como resulta insólito el hecho de que en el siglo pasado a la gente le viniera infartos al ver algunas pinturas en exposiciones. Podríamos decir que los hombres no se habían enfrentado a tantas cosas como nosotros (nuestros padres, nuestros abuelos) por las postrimerías del siglo XX, y hasta cierto punto puede que algo de cierto haya en esa hipótesis. En el libro mismo se dice “En 1912 aún faltaban dos años para la guerra; al igual que el resto de los europeos, Siurlai había tenido que aprender el significado de una frase como “brincar encima de los cadáveres”.Es decir, ya a esta altura podría decirse que hemos perdido la inocencia. No sólo en el plano histórico-bélico, a nivel artístico hubo muchas otras personas que se iban más allá de los límites de los soportable, como podían ser las puestas en escena de Throbbing Gristle, el extremismo de los accionistas vieneses, o los escatológicos shows de G.G. Allin (estoy ennumerando, no considero que algo una realmente a dichas personas). Sin embargo, hay algo que ya a su altura se había perdido, y son pocas las palabras que se puedan agregar frente a ese terror provocado a un periodista casi anónimo, del que apenas tenemos un extracto del diario Die Aktion. Y uno busca y busca, pero se termina dando de lleno con la imagen, esa fotografía de Emmy Hennings mirando ligeramente al costado, los párpados pesados y gruesos, el cuello y todas las comisuras y agujeros del rosto sumidos a una sombra que parece avanzar lenta como la miel. Son las tres de la mañana y me doy cuenta de que no estoy releyendo el libro, como me lo había propuesto. Todo, el comienzo de la lectura, el lapiz con que iba a subrayar las frases fundamentales, todo era una trampa tendida por la foto, frente a la cual he estado sin decir una palabra, por casi veinte minutos. Todo lo que podía decir Siurlay está ahí, inmortalizado en la página 170 de un libro mal traducido de Anagrama.
Desde el mismo momento en que reparé en esa carilla, decidí investigar todo acerca de la mujer. Sin embargo, la información de ella (por lo menos en internet) es huidiza, tanto como lo indica ese rostro, que huye de algo no con miedo, sino con el verdadero placer de ser presa. Lo poco que se puede obtener de ella es por medio de las biografías de Hugo Ball, su esposo, célebre por haber sido una de las figuras claves del dadaísmo de Zurich (por muchos considerado el único dadaísmo que existió). Fue una de las primeras integrantes del círculo de Cabaret Voltaire, era cantante, poeta y solía recitar sus obras tanto como las de alemán. La historia del dadaísmo no es una historia de verdades, sino más bien de versiones, y sin embargo desde muchas variadas fuentes, todas confirman una misma situación: Un día, Hugo Ball recitaba unos poemas en el Cabaret Voltaire. Su compañero Janco le había preparado un disfraz, una especie de mitra hipertrofiada que llevaba en su cabeza, una capa que parecía tragarse su cuerpo, unas garras de cartón, en fin, un traje tan absurdo como el que pueden ver acá. La cosa es que Hugo Ball estaba recitando los poemas, cuando de repente le invadió esa terrorífica sensación de sublimarse, verse a sí mismo relatando sus poemas fonéticos, encontrarse diciendo anlongo bung, blago bung, y no tener idea de por qué está haciendo eso, por qué estaba siquiera parado delante de aquel público. La experiencia fue desvastadoramente violenta para él, y a duras penas se las pudo arreglar para terminar el poema. Él y Hennings siguieron por un tiempo haciendo sus performance-acts, en galerías, de aquí para allá, pero la cosa no duró mucho. Desde el momento de aquella presentación Hugo Ball supo que era el principio del fin, y ciertamente no mucho tiempo después abandonó el movimiento, terminando en una iglesia, destino que respetó y acompañó su esposa (para un dadaísta, un final tan inconcebible como una líder piquetera haciendo el baile del caño en Bailando por un sueño –ups!, me olvidé que ya había pasado-. Lo grandioso de tal desenlace es que ciertamente ilustra el eterno karma del dadaísmo: hasta qué punto el tratar de llegar al verdadero absurdo se asemeja al vuelo de Ícaro. Ball lo vio el absurdo en todo su ígnico esplendor, lo llegó a tocar, pero después de aquello nunca pudo ser el mismo, refugiándose de él en la mayor usina generadora de sentido: La Iglesia. Ciertamente, es como si en aquella pequeña muerte se hallaran todas las muertes de aquel movimiento.
Todo lo que se sabe desde ahí sobre Emmy Hennings es un tanto difuso, sólo que terminó siendo la difusora post mortem de su marido tempranamente fallecido, consiguiendo mantenerlo vivo por medio de sus obras. Sin embargo, no importa cuantos Greil Marcus o bloggers como yo escriban sobre ella, todo lo que es, y podría ser, está concentrado en aquel retrato, una imagen que vale más de mil anlongo bung, blago bungs.
Nunca pude explicar a ciencia cierta mi fascinación hacia ciertas imágenes. Ciertas personas anónimas me han obsesionado desde chico, cuando veía fotos de bisabuelos míos, tratando a partir de sus imágenes reconstruir sus historias, y a menudo sorprendiéndome de los resultados (tal es así que gran parte de mi niñez creí que mi tatarabuelo era un cazador inglés que aparecía en un cuadro que se encontraba en el corredor de la casa de mi abuela). Sin embargo, el primer verdadero recuerdo de mi obsesión con personajes anónimos se remonta a un videoclip que la mayoría de ustedes conocen:
Tenía siete años y Sin Documentos de Los Rodríguez hacía furor, y aparecían en muchísimos programas de televisión de aquella era pre-MTV -canal que para un niño cuya preocupación fundamental era llenar el álbum Dinosaur in my pocket, era algo prácticamente tan desconocido como la lista de gases nobles-. Fue así que en una grabación de Nochebuena con las estrellas –ese programa donde pasan videoclips de los temas más insoportablemente exprimidos del año-, vi aquel videoclip de un Calamaro que yo creía gallego, cantando con el resto de su banda en unas sierras. Pero aquello no era importante. Lo que me había obsesionado era una mujer que aparecía en el clip. Prácticamente la narrativa del clip tampoco tiene mucha importancia, todo da a entender una especie de amor prohibido enmarcado en un entorno rural (qué poco atractiva que resulta tal descripción). Sin embargo, cada vez que aparecía aquella mujer vista desde la perspectiva de un caballo, cada vez que la veía con aquella camiseta ajustada, los pómulos prominentes y la raya al medio, mi corazón aleteaba como un pájaro a punto de darse contra un ventanal, algo en mi se transformaba, era una sensación nueva y aterradora como pisar algo blando en el fondo de un arroyo. Había una escena específica en que se podía verla mascando chicle, y para mí aquello era algo violentamente seductor, algo que no podía ver a puertas abiertas, casi sin poder siquiera mantenerle la mirada. Me encerraba en mi cuarto, y ffw, rew, una y otra vez la veía masticando aquel chicle. De aquella experiencia han pasado varias muertes y reencarnaciones de Calamaro, MTV, internet, otras bandas, Claudia Cardinale, pornografía y mujeres de carne y hueso, y aunque piense fríamente que he visto mujeres mucho más bellas que esa, al ver el video en el youtube siento el mismo extraño y hermoso pudor que la primera vez.
Ante ese primer acercamiento más bien sexual, mi interés sobre ciertas personas parcialmente anónimas detrás de la fotografía se fue extendiendo a muchos planos y con una curiosidad que llevaba a hacer como una especia de arqueología sobre personajes a los que la mayoría de los mortales les chupaba un huevo. Resultaba dolorosamente poético el hecho de que Aris Kind, un don nadie del siglo XVII, tuviera que morir para eventualmente llegar a la inmortalidad. Me refiero precisamente a esta obra de Rembrandt, que dejó estampado a aquel hombre en el imaginario colectivo, sin que la mayoría de nosotros supiéramos ni cómo se llamaba.
La lección de anatomía del doctor Tulp es precisamente eso, el cuerpo de Aris siendo abierto fríamente por un doctor, como si el único acercamiento hacia un ligero reconocimiento fuera mostrando todo su ser, hasta incluso lo que la piel no suele dejar ver. Aris Klind había sido un ladrón de poca monta, y en aquella época de cientificidad febril, se precisaban cuerpos para realizar autopsias –algo que todavía no era muy bien visto, incluso en algunos lugares, ilegal-. Ese podía ser un final previsible para gran cantidad de condenados (las autopsias de rutina eran impensadas para personas ligeramente respetables), pero de seguro que aquel tipo no sabía que en doscientos años aparecería en todo libro de arte que incluyera al siglo XVII. Héroes anónimos, diseccionados durante siglos ante millones de personas.
Sonic Youth se asemeja en alguna de sus tapas a los Smiths por su capacidad de rescatar personajes e inmortalizarlos. Mientras que Morrisey y co. suelen recurrir en casi todas sus álbumes a imágenes de películas, como el soldado de Meat is Murder –proveniente del excelente documental llamado In the year of the pig-, o su primer disco homónimo, con una imagen del pecho de Joe D’Alessandro, el cual curiosamente es propietario del jean marca-bulto de la famosa tapa de Sticky fingers, de los Rolling Stones (es curioso, pero es como si diferentes bandas y artistas intentaran recomponer su cuerpo por pedazos). Los personajes detrás de las tapas es todo un tema, como por ejemplo, preguntarse quién es la gorda sobre la que se recuesta el personaje parecido a Tom Waits en Rain Dogs, quién es la mujer que sale de la psicodélica cripta en Hot Rats (Miss Christine, una groupie líder del GTO), y un eterno etcétera que daría varios posts para hablar. Pero volviendo a Sonic Youth, la tapa del Goo, dibujada por Pettibone sobre la foto tomada a Maureen Hindley y David Smith, testigos del asesinato de los Moor, ya habla por sí sola (la tengo incluida entre mis tapas favoritas de todos los tiempos), pero sin embargo nada difícilmente impresione tanto como el rostro de aquella chica arrodillada en el Evol. En aquella chica se encuentra el odio tallado por un cincel que más que cincel es un clavo al rojo vivo. Mantengo que si aquel rostro hubiera encabezado el disco de alguna banda de la primera ola del punk, por su capacidad de síntesis de todo el odio supurante -tal como 21st Century Schizoid Man es la angustia hecha carne- posiblemente sería tan famoso como el de Johnny Rotten o el Fender Precission bass siendo destruido contra el suelo por Paul Simonon. Por más que se apele a subjetivismos, se puede entender por qué un retrato y no otro se convierte en la bandera de una generación, por qué la cara de Che Guevara está pegada en la pared de estudiantes de arquitectura en Oslo, o por qué la cara de Bob Marley está en una de cada cinco prendas que se venden en la feria. Hay algo en la foto en sí, una expresión, algo tan potente e inexpresable como un acorde que te hace cagar parado, un verso que emplea palabras comunes pero que parece decir algo que nunca antes había sido pronunciado. Y efectivamente, uno de esos rostros es el de Lung Leg, la chica que aparece no sólo en esa tapa, sino también en Death Valley 69’ y muchísimas películas de Richard Kern. Fue tanta mi curiosidad, por no decir obsesión, que me empecé a bajar de a uno, varios videos de la filmografía de Richard Kern (que se pueden conseguir todos juntos en el dvd recopilatorio Hardcore videos), con el sólo propósito de saber un poco más de ella. Lung Leg era la Giulietta Messina del neoyorkino, apareciendo en varias películas del género Cinema of Transgression. De las películas en sí, no hay mucho que rescatar, sólo películas con el único propósito de generar shock, en una especie de ensalada de explotation, porno y cine de terror clase Z, de la manera más gráfica posible. Incluso llegué a ver una película que sólo consistía en una tipa sometiéndose a una intervención quirúrgica para coserse los labios de la vagina, llegando a cerrándoselos como un corset, por lo que ya se imaginarán por dónde viene la mano. Y luego de ver algunas de las películas, ciertamente la comparación a Lung Leg con Messina es más que arbitraria, porque las actuaciones son realmente pésimas.
Pero hay algo de la mina que llama la atención y que no se puede precisar, una furia que desborda su rostro que llega a lugares donde la mayoría de nuestros músculos faciales no pueden llegar, una furia intrínseca como si dentro de sus ojos se encontrara parte del combustible que hace seguir girando al mundo. Lung Leg parece de esos animalitos violentos y obscenos que no podemos dejar de temer, por más que estemos viéndolos separados por una reja de zoológico. Quise saber qué siguió haciendo la actriz, pero desapareció de la faz de la tierra, no se sabe siquiera si sigue viva. Como la historia del dadaísmo, lo que pasó con Lung Leg es más una cuestión de versiones que de verdades.
Hay muchas otras mujeres del punk que tienen un plus de atractivo que las groupies o minas de la escena de otros géneros musicales no tienen. Siendo Almost Famous una película que no me canso de ver, debo reconocer que la versión romántica que se hace de Penny Lane, puede llegar a convencer a uno (eso de mujeres enamoradas de la música y no de los músicos: realmente conmovedor), pero siempre vi a todas las groupies del entorno de hard rock setentoso (onda Penny Lane o Connie Hamzy) como meras escaladoras que podían estar desde con Jim Morrison hasta con Alice Cooper por el simple hecho de ser músicos. Pero las punkettes tienen un aura diferente, posiblemente por pertenecer a un terreno donde el glamour se limitaba a un baño público con secador de manos, y donde no había tanta plata para esquiar en montañas de merca. Es así que hay algunas punkettes que son realmente adorables, como el caso de Trudy Arguelles, o Dinah Cancer (que también supo ser música), y otras que no tanto pero que le doblan en actitud a aquellas flowerpower bitches. Acá hay una linda página que les hace tributo a muchas mujeres del punk de Los Angeles (interesantísimo ver que algunas de ellas ahora escuchan World Music).
Sin embargo, hablando de fotos que se convierten en mitos, hay una maquinaria que está llevando el augurio de Warhol a criterios insospechados, esa de que "In the future everyone will be world-famous for 15 minutes"El Fotolog.
Posiblemente los fotologs sean la encarnación binaria de todo el potencial idiota, grasa, o sencillamente maligno que tiene la internet para ofrecernos. Siempre que se habla de lo terrible que está la juventud hoy en día, la lumpenización de todo intento de discurso, la primacía de la imagen sobre la palabra, la influencia de la nueva tecnología en el enajenamiento y estupidez moderna, ahí cuando empezamos a temer a hablar como nuestros viejos, los fotologs aparecen para darles la razón.
Pero qué han hecho los fotologs para que se produzcan estas aberraciones de la digitalidad, o mejor dicho, ¿qué hemos hecho nosotros para merecer tales fotologs? En sus bases, los blogs y fotologs son prácticamente lo mismo, y sin embargo hay diferencias fundamentales en sus discursos. Por supuesto, para toda regla siempre hay excepciones, y ciertamente hay blogs escritos por y para tarados (por momentos resultando incluso peores por haber una mayor pretenciosidad que en los fotologs) y hay fotologs bastante respetables como el de dagnasty, el de hple, y alguno que otro más (no conozco tantos, no suelo visitar aquellos lares). Sin embargo, la extensa mayoría de los fotologs están escritos por:
a) Bandas que utilizan el espacio exclusivamente para promocionarse (algo que en ningún sentido está mal, pero que tampoco tiene demasiado vuelo)
b) Teens que se convierten el espacio en un book absurdo de su propio narcisismo, con fotos sacadas a diario con textos borgianos como “Buenop, ak andamo sakando unas fotitits con la nueva kam” o “axer fuimos p Arachania, tuvo rebueno, pq el Mauro peló unas chechas y d++++!!!!!”
Lo peor es que, pensando que aquello sólo se debe a la obra de algunas pocas personas con un severo handicap mental, en los comentarios, o más bien, las “firmas”, el léxico y contenido no varíaa mucho de aquella tónica:
Ej:
divinahh
pase
q sts genial
besoss
ff
o, mi favorita:
watxiooooooo un besazo
cuídate
No creo que necesite exponer mucho más.
A lo que esto venía al caso es que hace una semana, mi hermana me mostró el fotolog de uno de esos personajes deplorables que abundan en esa comunidad –o más bien, jauría- virtual. El caso del tipo, sus fotos y su historia me interesó ponerlo acá por ser un actor metonímico de la metáfora que es la estupidez humana y los nuevos espacios que genera la internet para nutrirla.
El personaje es Maxi Ramonero, un tipo que día a día se saca una foto en poses más sacadas de un catálogo de Peluquería n.a. que de un fanzine punk –si es que aquello realmente sigue existiendo,-, contagiándonos con su tremenda sabiduría en mensajes como
no entiendo naaaaa toy re deprimido. The KKK took my baby away :(
Bue cambiando de tema ta ayer sali ahi al pedo ya q me dejaron tirado y ta a la rambla
con una amiga y el novio des u mejor amiga cualkiera jaja na x lo menos me diverti
Brillante.
Pero la estupidez no queda en algo solamente circunscrito a la forma, también es completamente la escenificación de su vida cotidiana. El tipo tenía una novia, llamada Agustina la que se fue de Montevideo por dos semanas. En el post del dos de enero escribe:
Bue nada esto lo hice enla Playa de Solis cuando salimos ese finde q fue el mejor de mi vida con mi nene divina como te extraño aguuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
te re amoooooooooo
El tipo está enamorado. La extraña. Los siguientes posts son más o menos de la misma temática, incluyendo la marca de fábrica autoflagelante de la adolescencia con frases del estilo “me siento solo, me falta un refugio”, frente al cual la mayoría de la gente sale en su socorro, dándole para adelante, diciéndole que las cosas van a mejorar.
Sin embargo, luego de tanto contenido no apto para diabéticos, el diez de enero escribe:
Hola bue no se q decir toy hecho mierda soy la peor persona del mundo deje a la mejor persona del mundo como Aguuuu no me perdono ni me va aperdonar
ojala puedamos llevarnos bn y puedamos halbar bn xq te adoro nena
fuiste lo mejor q me paso y no te merezco
Uno lo primero que piensa es que la cagó, pero al menos el tipo tiene el rostro para confesarlo… ¡Nada menos que en un Fotolog! Al mismo tiempo, los morbosos pueden ir al fotolog de Agustina (que tampoco es Simone de Beauvoir) y ver como se va derrumbando poco a poco en el oscuro mundo de la espiral invertida. Sin embargo, las cosas siguen cambiando, y para el 17 Maxi Ramonero está enamorado de nuevo, enamorado como si fuera la primera vez (todavía incluye una foto de su musa). Agustina no se queda atrás, y el 12 ya siente que las cosas se van reordenando, para que el 19 confiese estar enamorada de un brasileño tatuador que conoció en Garopaba ¡Eso es lo que yo llamo un buen duelo!
A todo esto, Maxi ramonero para el 19 da la noticia de que su nueva novia desapareció y para el 25 nos cuenta que se está acostumbrando a la soltería.
En las lecturas oficiales de finales de siglo ya se venía hablando de la inmediatez y velocidad de la vida cotidiana, el flujo del capital constante y la fuerza centrífuga que parece recortar todos los vínculos sociales, pero nadie nos había preparado la vida de Maxi Ramonero. En cuestión de dos semanas cambia el esquema táctico como tres veces y todas sus obsesiones, o mejor dicho, pelotudeces, pueden ser leídas en la web por todo el mundo (ah, de eso también se habla, la caída de la barrera entre el mundo privado y colectivo).
En fin, ver este tipo de fotologs, más que confirmar el a veces necesario uso del rifle sanitario, es una actividad un tanto al pedo, pero aún así divertida, como tirar bombas brasileras a la jaula de los mandriles para ver cómo reaccionan.
Concluyendo, parece extraño cómo pude empezar con Emmy Hennings y terminar con tal ficha, pero a lo mejor es así, cuando uno hace de arqueólogo y escarba en ciertas fotos, sabe que se puede encontrar con vestigios de un reino sepultado, o en otros casos, con un envase de detergente.