10- Travesti- Travesti
En tiempos de Ricardo Fort, toda Argentina parece haber vivido tras la penumbra de las lolas de unas cuantas vedettes. Encontrar a un personaje como Sulma Lobato referido por muchos de las personas del mojo como una artista –una especie de mal viaje warholiano a base de te de floripón y casuela de mondongo- hace pensar el universo cultural de nuestro país vecino –y por lo tanto del nuestro, a no engañarnos que cuando Buenos Aires estornuda, Montevideo se enferma- como un Sodoma y Gomorra del que no queda otra cosa que correr sin atreverse a mirar hacia atrás. En su último disco, el dúo argentino Travesti se convirtió en la banda sonora de ese Ragnarok terminal, con suelos que se desmoronan sobre cráteres producidos por los tacos aguja de una milf que pisa demasiado fuerte. Ya desde la misma tapa, con Moria Casán y el título homónimo de la banda sobre la portada–generándose un efecto gracioso que hace preguntarme si la reina del colágeno sabía en qué carajo se estaba metiendo-, uno se da cuenta de que esta enfrentado a un disco conceptual, un viaje dantesco de ida y vuelta sobre las entrañas del glitter argentino. Todo esto parece medio terraja, pero la forma en que Travesti emplaza los versos alucinados, casi como difusas visiones bíblicas (“Aceite de avión en la operación sobre las lolas del nuevo testamento”), logran una superposición, un efecto sórdido dentro de lo plausible que sólo saben hacer artistas como David Lynch. Un disco centrado en transformaciones corporales, en footing, en dietas, y que curiosamente nunca se vuelve drag ni irónico, sino que encuentra una coherencia oscura pero también extática, como una prenda de strass negro agitándose en la noche como una bandera pirata, como un mojón que señala el adentramiento a un campo minado.
Hace unos meses el dúo argentino visitó nuestro país en un toque realizado en Lotus (uno de los pocos lugares en Uruguay que incorpora los criterios de selección modelo Studio 54). Alejandro Torres con saco y mocasines blancos, Fernando Floxon con campera cyberpunk de cuero, con lentes negros y camiseta de Burzum, verlos en vivo resultó ser para mí, inesperadamente, una de las experiencias estéticas más impactantes de los últimos años. Tal como la orquídea y la abeja se territorializan, resultando imposible -e innecesario quién imita fisionómicamente a la otra- La misma presentación y música de la banda, de un segundo a otro reconfiguró todo el entorno paqueta de las inmediaciones del Montevideo Shopping. Fueron necesarios tres temas, y Lotus se convirtió en un prostíbulo sórdido, en el que todos bailábamos como si estuviéramos en las entrañas de un Titanic ya hundiéndose, manchados por la luz del neón y la bola de espejos. Y el agua ya llegaba a las rodillas, pero no importaba, había que seguir bailando
08- Sunn o)))- Monoliths and dimentions
Monoliths and dimentions es un disco tan oscuro que haría ver a los álbumes de la primera época de Black Sabbath como un versión de remixes veraniegos de High School Musical. Esto que acabo de decir tampoco aporta nada muy nuevo, Sunn o))) vienen perfeccionando su drone metal desde hace tiempo, generando vórtices y agujeros negros en donde el mismo ritmo cardíaco va camuflándose con el tempo de la banda, tan lento como la miel. El detalle de la miel en un disco tan opresivo no es meramente circunstancial, sino que da señal de uno de los detalles que diferencian a este trabajo del resto de los productos de la banda: un contrapunto, un claroscuro al final en Alice, tema que cierra el disco, en donde un set de cuerdas y vientos parece desgarrar y abrir los cumulus nimbus que encajonaban al disco. Pocas veces se había visto un cambio de registro tan impactante, pero a la vez tan fino y ajustado en un disco (ni que hablar en un álbum de drone metal). Tal como sucede con la Divina Comedia, la mayoría de la gente sólo se queda con el Infierno, pero se olvida de que tal terreno es solo parte del arduo camino que conduce al paraíso. Pocas veces se ha podido apreciar de una forma tan eficaz y abrumadora este trayecto, y ya sólo con eso se convierte al disco de Sunn o))) en uno de los mejores krafts de la primera década del milenio.
07-3Pecados- Dios salve a la muerte
Dios salve a la muerte fue grabado de manera casi unipersonal durante una crisis nerviosa de Pau O’Bianchi (la persona detrás de 3Pecados), en la que durante una semana prácticamente no salió de su baño, grabando todo el disco ahí, intentando dejar su último testimonio antes de una muerte que creía que vendría en pocos días. Más allá de la anécdota biográfica, el último disco de 3Pecados funciona por ser y sonar, efectivamente como lo que fue: la batalla de un hombre entre la tierra y el cielo, un disco que funciona como una botella arrojada al mar, o más que al mar, a un abismo, no quedando verdadera esperanza más allá de la certeza cortante de los vidrios hechos añicos. Pero Dios salve a la muerte no es solamente eso; es quizás la primera gestión idiosincrática uruguaya en el mundo del low fi, un low fi no como producto inevitable de las circunstancias, ni un low fi como mera ornamentación sonora. Incluso dentro del ámbito low fi, sorprende el hecho de ser un disco no fragmentario, casi conceptual, en un subgénero donde suele primar precisamente lo contrario. Bitácora de los descensos psicológicos de su artífice, o cerebral experimento sonoro, Dios salve a la muerte no suena similar a nada que se haya grabado en nuestro territorio
Escribí una nota más larga de este disco en La diaria. Si quieren leerlo completo acá un enlace para bajarlo.
06- The Flaming Lips- Embryonic
Con la banda de Wayne Coyne la palabra megalomanía queda un poco corta. Ya desde Zeireeka (ese Voltron musical cuatro discos que tenían que ponerse al mismo tiempo) uno sabía que estaba hablando de tipos complicados, y en el marco de la reinterpretación íntegra del Dark side of the moon, uno tiembla ante los resultados de lo que pueda ocurrir con un disco doble como Embryonic. Sin embargo, diferente a todas estos temores Embryonic debe ser el mejor trabajo de los Lips desde The soft bulletin (capaz que incluso el mejor, el tiempo lo dirá). Hay dos particularidades que lo separan del resto de la discografía de Coyne y cia, incluso de la mayoría de los discos de tal magnitud:
05- Carmen Sandiego- Nanas
En la historia del rock uruguayo ninguna banda ha escrito canciones como las que salen de las voces y guitarras de Flavio Lira y Leticia Skricky. Carmen Sandiego hace un folk popero con raíces rústicas del estilo de Beat Happening. El dúo uruguayo por momentos compone canciones sencillísimas, austeras, impresionistas, como el mero relato de volver a casa después de una larga noche o la historia de personajes serenos, diminutos, dolorosamente humanos. Sin embargo, todo está muy lejos del ambiente suave, apastelado y otoñal de bandas común –y erróneamente. En el marco de un folk indie que se ha convertido, con sus personajes ligeramente neuróticos, ligeramente sensibles, ligeramente excéntricos (un género que podría resumirse a la ecuación Wes Anderson + Yogurth Diet) en una nueva progenie (que incluye temas como Ellos, de Diego Rebella) que haría ver a Gonzalo Deniz como Pappo, Carmen Sandiego funciona completamente fuera del circuito, manteniendo en cierto punto, un sonido común, pero un mundo de referencias, una sinceridad brutal muy lejos de todo lo que puede ofrecer el resto de la escena.
04- Destroyer- Bay of pigs
Dan Bejar es un capo. Eso todos los que lo escuchamos más o menos lo sabemos. Sin embargo, a medida que varios vamos contemplando la posibilidad de tatuarnos alguno de sus versos en la nuca, se ha ido acuñando una frase en clave de reproche que afirma que Destroyer parece cambiar constantemente, pero esencialmente siempre es lo mismo. En el sentido estricto de sus metamorfosis, Bejar ha pasado de su primera época más áspera a un sonido más pulido, de guitarreadas acústicas a himnos de alto componente electrificado.
03- Animal Collective- Merriweather post pavilion
Da un poco de cosa darle tanto la razón a la pitchfork, o a metafilter, pero realmente Merriweather post pavilion es un disco, más que bueno, importante, una reformulación desde las bases de lo que es una canción pop, de lo que puede hacer una banda con un estribillo, de lo que puede ser un riff, de cómo se puede cantar un tema. Animal Collective, obteniendo lo que probablemente sea el título más pop de su discografía (y con sus temas más perfectamente pop como My Girls, o Summertime Clothes), termina de acuñar prácticamente un género en sí mismo al que venía engarzando distintas piezas desde hace años. Un disco con valor de thesis, y no por ello menos disfrutable, comestible, envidiable, incluso bailable
02- Death- For the whole world to see
Acá hice trampa; For the whole world to see fue grabado en 1975, pero por un curioso dominó de cagadas, enfermedades, mala liga y errores más o menos concientes y/o evitables, lo había obligado a permanecer bajo tierra, por más de veinte años, como una mohosa vasija de invalorable valor arqueológico. ¿Pero por qué tomarse la molestia de incluir en este conteo a una banda de principio de los setentas, que ni siquiera transitó por este año en el formato de algún tipo de reunión –como un montón de bandas que desfilaron en la última década, convirtiéndose en algo así como bandas de covers de sí mismos-, que pasó prácticamente desapercibida por los circuitos masivos, y que ni siquiera llega a ser muy conocida por la crítica especializada? El título del disco parece, en primera instancia, algo pretencioso, pero termina indicando exactamente el valor intrínseco del mismo. Death fue una banda desafortunada, que estaba destinada al oro, pero que quizás fue víctima de su propia velocidad, tropezándose con los largos cordones de sus mismas pretenciones, dándose de cabeza contra el muro de sus inquebrantables principios y su propias pulsiones thanáticas. La idea de “banda maldita” es muy tentadora, pero eso no hace a Death una banda legítimamente buena (al igual que la vida bizarra/autodestructiva de G.G. Allin tampoco deja en penumbra el hecho de lo berreta que era como músico). También, la onanista tarea de buscar “la primera banda punk” ya se ha convertido en un subgénero en sí mismo en lo que se refiere a crítica musical. Seguir delegando eso, que si fueron los mismos Pistols, o los Ramones, o los Dictators, o Suicide, o la Velvet Underground, o los Nuggets, o los Fugs, o los Electric Eels, o los peruanos Saicos, o la bandasolistadelcuñadodeuntíosegundodeFraileMuertoquetocab-acoversdelosIracundosdrogadoconpegamentodetapiceríaenelaño59’, es una labor que sólo sirve para discutir con algún que otro bloggero con escasas probabilidades de ponerla en el verano. Pero lo de Death parte la vista –o mejor dicho, los oídos-. Lo que logra esta banda formada en 1971 es sonar hardcore before punk, sin Deloreans de por medio, con solamente un par de guitarras eléctricas al palo (demasiado rápidas para la época, anticipándose al ataque hiperactivo y fisico de los Bad Brains,), temas complejísimos y un espíritu heredado de MC5 cultivado y reprocesado como un vino olvidado en una antigua barrica. Escuchar For the whole world to see, específicamente temas como Keep on knocking o Politicians in my eyes, es como descorchar ese vino, sentir y pensar en la medida que las cosas podrían haber sido diferentes de haberse vuelto esta banda en una formación reconocida. El mundo entero probablemente no verá, ni tendrá la suerte de saber de lo que se perdió, pero el último y único disco de Death es histórico de forma retrospectiva, como el descubrimiento del hombre de Pekin, o cualquier esqueleto perdido que nos haga cuestionar sobre los propios eslabones que nos componen.
01- The Antlers- Hospice
Hacía años que un disco no me dejaba por tanto tiempo la piel de gallina –desde el cuello hasta las piernas, todo mi cuerpo salido hacia fuera, como un carpincho en anfetas. Peter Silberman, el hombre detrás de The Antlers, cayó en un pozo depresivo que lo llevó apartarse de toda la gente que conocía, encerrándose en un apartamento de Brooklin, sin siquiera atender el teléfono por un año. El resultado de eso: un montón de amistades echadas por el drenaje y Hospice, un álbum conceptual, o más que un álbum conceptual, una novela sonora sobre los últimos días de una chica enferma de cáncer a los huesos vistos desde la perspectiva de uno de sus visitantes/cuidadores. La idea en un principio parece tan creepy como deprimente, pero Silberman es un tipo de una sensibilidad que te hace caer de culo, haciendo de pequeños detalles (versos como “walking in that room when you had tubes in your arms, those singing morphine alarms out of tune kept you sleeping and even I did’nt relieve them when they called you a hurricane thunderclap”) diminutos martillos que te aplastan el corazón, pudiéndoselo comparar con ese cuento genial que es Harvest, de Amy Hempel (una escritora de la que, sólo habiendo leído dos o tres cuentos, puedo decir que es una de los puntos más altos de la literatura contemporánea). Precisamente, hay una idea y camino de vuelta interesante con la literatura, con abundantes referencias a la suicida Sylvia Plath (poeta y escritora de literatura infantil que se suicidó a sus treinta y pocos años metiendo la cabeza adentro de un horno), junto a una descripción del vedado, pero completamente vívido impulso asesino (no sólo misericordioso, sino hastiado y propiamente agresivo) de quien debe presenciar el constante sufrimiento del otro. Hospice es uno de los discos lírica y psicológicamente más densos que he escuchado en mi vida. En Shiva, donde finalmente la muerte llega, el amor e identificación con la persona en la cama se vuelve tan intensa que termina produciéndose una transmutación del visitante en el enfermo (tal como señala el título alternativo de la canción, "Port-a-caths switched"). Lo que prevalece, más que nada es el horror y la impotencia, esos momentos en los que más de uno nos sentimos idiotas, insignificantes frente al dolor del otro, sin poder mascullar algun cliché o pelotudez más que "todo va a salir bien". Tal como dice Cioran, "tratándose de pésames, todo lo que no es cliché raya en la inconveniencia o la aberración".